En la discusión sobre aborto terapéutico eludir la cuestión pareciera ser la consigna. Primero, porque como bien saben o deberían saber los legisladores, cuando la madre corre riesgo vital, la interrupción del embarazo se aplica y no se le considera aborto, pues de resultar en la muerte del feto, dicha muerte es una consecuencia y no el fin deseado. No parece una medida hipócrita, pues según nuestra legislación, las penas de aborto caerían sobre “aquel que maliciosamente lo causare”, condición que evidentemente no se cumple cuando la madre corre riesgo vital. Es decir, se usa como argumento algo que está resuelto.
Segundo, el término “aborto terapéutico”, concepto al cual se apela en los medios de comunicación, es solamente un eufemismo. Si bien, hay médicos que lo usan (así como al comunicar la muerte de un paciente a un familiar usan el término “se fue” y no “deceso”), tal término no existe en ética científica, que es una herramienta de la medicina. Lo que existe es la interrupción terapéutica del embarazo y aborto (2).Y es de aborto al parecer, de lo realmente se quiere discutir con los proyectos de ley presentados.
No obstante, estaría dispuesta a pasar por alto estas dos elusiones.
Vemos como, en vez de enfrentar las discrepancias, se hacen esfuerzos por establecer asociaciones con la legislación de Pinochet, con el mundo conservador, con la ley de divorcio, en vez de enfrentar de una vez la discusión sobre el concepto de “persona” y los derechos del nonato, la colisión de derechos entre la madre y el nonato, las causales de excepción para el respeto a la vida. Y este asunto, por esta vez, también yo lo eludiré.
Porque hay en la discusión sobre aborto un silencio sobre los temas de fondo, un escoger de qué hablar, una elusión sistemática. Una elusión más trascedente, implícita al plantear al aborto como un derecho.
Pues derecho supone un bien al cual todos podemos optar y que merece protección. Y claro, podemos imaginar el dolor, sufrimiento o desesperación frente a un embrazo no deseado, porque en una sociedad machista sabemos que las mujeres sufren discriminación por ser madres y que sus posibilidades de desarrollo se limitan. Sabemos también que es ella quien mayormente hace sacrificios por los hijos, entre otras inequidades. Por lo mismo resulta extrañísimo que el discurso “aborto como derecho” se arrogue ser pro-mujer, pues en él:
1. Existe un entender la maternidad y engendrar hijos como un obstáculo.
2. Entiende que la crianza y responsabilidad de los hijos es labor en exclusiva de la mujer.
3. Implica que un embarazo no planeado, es una mujer que fracasa.
4. Supone que la autodeterminación no consiste en el respeto por la mujer como individuo y su condición potencial de madre, pues desplegar esta capacidad le restaría justamente autodeterminación y acceso a oportunidades de desarrollo.En definitiva, pensar en el aborto como derecho es plantear como política pública un fracaso, el fracaso de otros derechos (como por ejemplo, no ser discriminada por ser madre), la imposición del aborto como modo de mejorar las proyecciones de vida de las mujeres, el fracaso de que no valga siquiera la pena preguntarse si el ser humano que se encuentra en su vientre tiene derechos o no. Porque en este orden de cosas, se trata de ella o su hijo. A fin de cuentas, el verdadero poder de autodeterminación, el que está en prevenir embarazos y en la capacidad de poder llevar adelante un proyecto de vida, sin que el hecho de ser mujer-embarazada lo impida, ese poder (o derecho) no es para todas.
De ahí que al aborto sea mejor hacerlo pasar por un derecho, para no enfrentar esa cuestión.
Aborto: Aborto Terapéutico y Ética Científica . Carlos Valenzuela http://www.colegiomedico.cl/Default.aspx?tabid=251